jueves, 16 de agosto de 2012

LA TRAVESIA DE SER CONDUCIDO POR EL ESPIRITU

LA TRAVESIA DE SER CONDUCIDO POR EL ESPIRITU


En un tiempo en el cual todo lo queremos controlar, proyectar, dominar, aún endosar el día de mañana, colocando en nuestras agendas lo que haremos. Qué locura de siglo estamos viviendo cuando pensamos que tenemos el control en nuestras manos, la verdad es que estamos siendo controlados por un sistema perverso que no tiene vuelta atrás, pero ¿cómo lidiar con esta fuerza que arrastra aún a una buena parte de la Iglesia del Señor?, no existe fuerza humana, ni estrategia de hombres para salir de este control universal, la verdad es que se respira un ambiente en esta cristiandad llena de afanes y de proyecciones absurdas tratando de alcanzar el mayor bienestar material posible, y para empeorar más nuestra decadente vida espiritual, traspasamos algunos de nuestros propios consejos a nuestros hijos; diciéndoles que nuestra mayor herencia son los estudios, deseándoles que sean grandes médicos, arquitectos, ingenieros, etc.  Pero ¿cómo poder entender las palabras del Señor?: “…están en el mundo pero no son del mundo…”, ¿cómo conducirnos en este mundo a la manera de Señor, pero sin levantar los pies de este mundo? Espero, con la guía del Espíritu y el dominio de El llevarlos a unos pasajes de la escritura que nos mostrarán cómo conducirnos en este mundo a la manera de Señor.

Más que nunca necesitamos ser conducidos por el Espíritu del Señor, esto es lo que el Señor quería cuando le dijo a sus discípulos “no se vayan de Jerusalén, esperen la promesa del Padre”, ¿cuál era aquella promesa? La venida del Espíritu sobre los creyentes.  Ahora, cuando leemos el relato de la venida del Espíritu, dice la escritura que vino como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban reunidos, es decir, el Espíritu sopló y produjo un viento el cual llenó a todos los que estaban allí, esta descripción es notable ya que el viento es un símbolo familiar del Espíritu, (Ezequiel 37:9, Juan 3:8 , Juan 20:22)  aquí podemos contemplar una similitud de la primera creación en el huerto del Edén, cuando Dios creó a Adán, lo formó del polvo de la tierra y luego sopló en sus narices y fue el hombre un ser viviente, aquí esta nuevamente la palabra soplo como referencia de esta primera creación, pero volvamos a la segunda y  nueva forma de crear. En el relato de (Hechos cap. 2) podemos ver un nuevo comienzo, otro Génesis, algo poderosamente nuevo había ocurrido, Dios había decidido soplar nuevamente, sólo que esta vez entraría EL por medio de su Espíritu dentro del Hombre para guiarlo, conducirlo y poder dominarlo. (Por favor entienda bien esta forma de dominio del Espíritu).

 Para comprender mejor la primera creación. Cuando Dios creo al Hombre, el sopló y fue un alma viviente, pero en la segunda creación, Dios introdujo dentro del Hombre su propio Espíritu, la vida del Señor empezaría en estos nuevos Hombres, sin la vida del Espíritu es imposible cumplir con las demandas del Señor. En este tiempo que estamos viviendo, con una apostasía en pleno auge, con un liderazgo sensual y un surgimiento de un escenario anticristiano, se hace indispensable ser guiados por el Espíritu. Para todos aquellos cristianos que entienden que somos miembros de su cuerpo y resultado de una nueva creación en Cristo, les invito a leer 1 de Juan 2:20-27. Primero esta palabra del Señor nos confirma que tenemos la unción del Santo, es decir, el Espíritu del Señor, y con esta unción no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe, en el libro de Hebreos 8:10-11 se nos habla de un nuevo pacto escrito dentro del Hombre, pero también nos muestra este maravilloso pasaje que ninguno enseñará al prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “…conoce al Señor; por que todos me conocerán”. Quisiera señalar que estos pasajes bíblicos no anulan la multiforme manera de enseñanza del Espíritu por medio de los dones, pero si enfatizan que esta unción del Espíritu es la primera forma de enseñanza dentro del creyente. Aquí pondré una ilustración verdadera de lo que acabo de señalar: una Hermana recién convertida al Señor, recibió una enseñanza del pastor de su iglesia la cual consistía en cobrar un valor señalado por cada servicio de sanidad que él impartía, la Hermana recién convertida al Señor, discernió  por el Espíritu que esta enseñanza no era del Señor, es decir, la unción del Espíritu le condujo por el camino correcto.

El que es nacido de nuevo o de arriba por el Espíritu, puede ver el Reino de Dios y puede entrar en el Reino de Dios (Juan3;3-5) ahora bien, lo que viene con respecto al pasaje de Juan3:8 es uno de los pasajes bíblicos más extraordinarios dirigidos a los nacidos de nuevo. Aquí no hay lugar para agendas, ni proyecciones, ni menos para que guiemos nuestras propias vidas, esta es la dirección del Espíritu para los nacidos de arriba, todo el que es nacido del Espíritu es como el viento, que no SABE de donde viene ni a donde va. ¡Qué incertidumbre es no saber de donde venimos ni adonde vamos!, se pueden dar cuenta hermanos, que esta dirección del Espíritu va diluyendo nuestros afanes terrenales y toda proyección en la carne, es por esta razón que tenemos que estar bajo el control del Espíritu y su dirección, así como le aconteció a Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a donde iba (Hebreos 11:8),  esta ilustración de la vida de Abraham nos muestra cómo el Señor por el Espíritu lo dirigió a lo desconocido, sin saber a donde iba, que desconcertante para nuestra vida humana resulta no saber a donde nos va a dirigir la unción del Espíritu. Pero sin lugar a dudas, que todos los que transitan por esta forma de vida espiritual tendrán que caminar como el Señor Jesucristo lo hizo, guiado por el Espíritu. Su voluntad es revelada y escrita en contenedores dispuestos a no derramar ni una gota de su vino. Vino nuevo en odres nuevos.