LA TRAVESIA DE SER CONDUCIDO POR EL ESPIRITU
En un tiempo en el cual todo lo queremos controlar,
proyectar, dominar, aún endosar el día de mañana, colocando en nuestras agendas
lo que haremos. Qué locura de siglo estamos viviendo cuando pensamos que
tenemos el control en nuestras manos, la verdad es que estamos siendo
controlados por un sistema perverso que no tiene vuelta atrás, pero ¿cómo
lidiar con esta fuerza que arrastra aún a una buena parte de la Iglesia del
Señor?, no existe fuerza humana, ni estrategia de hombres para salir de este
control universal, la verdad es que se respira un ambiente en esta cristiandad
llena de afanes y de proyecciones absurdas tratando de alcanzar el mayor
bienestar material posible, y para empeorar más nuestra decadente vida
espiritual, traspasamos algunos de nuestros propios consejos a nuestros hijos;
diciéndoles que nuestra mayor herencia son los estudios, deseándoles que sean
grandes médicos, arquitectos, ingenieros, etc. Pero ¿cómo poder entender las palabras del
Señor?: “…están en el mundo pero no son del mundo…”, ¿cómo conducirnos en este
mundo a la manera de Señor, pero sin levantar los pies de este mundo? Espero,
con la guía del Espíritu y el dominio de El llevarlos a unos pasajes de la escritura
que nos mostrarán cómo conducirnos en este mundo a la manera de Señor.
Más que nunca necesitamos ser conducidos por el Espíritu del
Señor, esto es lo que el Señor quería cuando le dijo a sus discípulos “no se
vayan de Jerusalén, esperen la promesa del Padre”, ¿cuál era aquella promesa?
La venida del Espíritu sobre los creyentes.
Ahora, cuando leemos el relato de la venida del Espíritu, dice la
escritura que vino como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa
donde estaban reunidos, es decir, el Espíritu sopló y produjo un viento el cual
llenó a todos los que estaban allí, esta descripción es notable ya que el
viento es un símbolo familiar del Espíritu, (Ezequiel 37:9, Juan 3:8 , Juan 20:22)
aquí podemos contemplar una similitud de
la primera creación en el huerto del Edén, cuando Dios creó a Adán, lo formó
del polvo de la tierra y luego sopló en sus narices y fue el hombre un ser
viviente, aquí esta nuevamente la palabra soplo como referencia de esta primera
creación, pero volvamos a la segunda y
nueva forma de crear. En el relato de (Hechos cap. 2) podemos ver un
nuevo comienzo, otro Génesis, algo poderosamente nuevo había ocurrido, Dios
había decidido soplar nuevamente, sólo que esta vez entraría EL por medio de su
Espíritu dentro del Hombre para guiarlo, conducirlo y poder dominarlo. (Por
favor entienda bien esta forma de dominio del Espíritu).
Para comprender mejor
la primera creación. Cuando Dios creo al Hombre, el sopló y fue un alma
viviente, pero en la segunda creación, Dios introdujo dentro del Hombre su
propio Espíritu, la vida del Señor empezaría en estos nuevos Hombres, sin la
vida del Espíritu es imposible cumplir con las demandas del Señor. En este
tiempo que estamos viviendo, con una apostasía en pleno auge, con un liderazgo
sensual y un surgimiento de un escenario anticristiano, se hace indispensable
ser guiados por el Espíritu. Para todos aquellos cristianos que entienden que
somos miembros de su cuerpo y resultado de una nueva creación en Cristo, les
invito a leer 1 de Juan 2:20-27. Primero esta palabra del Señor nos confirma
que tenemos la unción del Santo, es decir, el Espíritu del Señor, y con esta
unción no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe, en el libro de Hebreos
8:10-11 se nos habla de un nuevo pacto escrito dentro del Hombre, pero también
nos muestra este maravilloso pasaje que ninguno enseñará al prójimo, ni ninguno
a su hermano, diciendo: “…conoce al Señor; por que todos me conocerán”.
Quisiera señalar que estos pasajes bíblicos no anulan la multiforme manera de
enseñanza del Espíritu por medio de los dones, pero si enfatizan que esta
unción del Espíritu es la primera forma de enseñanza dentro del creyente. Aquí
pondré una ilustración verdadera de lo que acabo de señalar: una Hermana recién
convertida al Señor, recibió una enseñanza del pastor de su iglesia la cual
consistía en cobrar un valor señalado por cada servicio de sanidad que él
impartía, la Hermana recién convertida al Señor, discernió por el Espíritu que esta enseñanza no era del
Señor, es decir, la unción del Espíritu le condujo por el camino correcto.
El que es nacido de nuevo o de arriba por el Espíritu,
puede ver el Reino de Dios y puede entrar en el Reino de Dios (Juan3;3-5) ahora
bien, lo que viene con respecto al pasaje de Juan3:8 es uno de los pasajes
bíblicos más extraordinarios dirigidos a los nacidos de nuevo. Aquí no hay
lugar para agendas, ni proyecciones, ni menos para que guiemos nuestras propias
vidas, esta es la dirección del Espíritu para los nacidos de arriba, todo el
que es nacido del Espíritu es como el viento, que no SABE de donde viene ni a
donde va. ¡Qué incertidumbre es no saber de donde venimos ni adonde vamos!, se
pueden dar cuenta hermanos, que esta dirección del Espíritu va diluyendo
nuestros afanes terrenales y toda proyección en la carne, es por esta razón que
tenemos que estar bajo el control del Espíritu y su dirección, así como le
aconteció a Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a donde iba (Hebreos 11:8), esta ilustración de la vida de Abraham nos
muestra cómo el Señor por el Espíritu lo dirigió a lo desconocido, sin saber a
donde iba, que desconcertante para nuestra vida humana resulta no saber a donde
nos va a dirigir la unción del Espíritu. Pero sin lugar a dudas, que todos los
que transitan por esta forma de vida espiritual tendrán que caminar como el
Señor Jesucristo lo hizo, guiado por el Espíritu. Su voluntad es revelada y
escrita en contenedores dispuestos a no derramar ni una gota de su vino. Vino
nuevo en odres nuevos.